Dzibilchaltún

Dzibilchaltún esta Localizada a 17 km al norte de Mérida y considerada una de las ciudades mayas más antiguas, su nombre significa "donde hay escrituras sobre piedras planas".

Durante el peregrinaje que realizaron los antiguos mayas hacia el norte de la Península de Yucatán, fueron asentándose en las partes donde creyeron que podían desarrollarse y Dzibilchaltún fue uno de esos lugares donde se establecieron. De acuerdo con el estado de arte que habían alcanzado fueron construyendo sus edificios. Notorios son los grabados que aún existen haciendo alusión al personaje Kukulkán.

Ahí mismo, durante la invasión de los españoles fueron destruyendo muchos edificios antiguos y construyendo otros, es fácil notar la capilla de origen europeo, ahí mismo donde está la ciudad de Dzibilchaltún.

En esta ciudad se manifiesta un fenómeno de luz y sombra durante el amanecer, en la estructura conocida como el Templo de las Siete Muñecas y en otra estructura identificada como El Reloj. El fenómeno ocurre los días del solsticio de verano, 21 de septiembre, y del equinoccio de primavera, 21 de marzo.

La explicación más acertada de este fenómeno es que el Sol se mueve aparentemente hacia el norte y hacia el sur a lo largo del año, alcanzando sus máximas un ángulo de 24º hacia el norte. Después del equinoccio de primavera, regresa al mismo punto e inicia su movimiento hacia el sur otros 24º durante el solsticio de invierno y así sucesivamente. La interrelación que mantuvieron los antiguos mayas con la naturaleza, les permitió desarrollar un calendario perfecto, es por eso que el día óptimo fue el 20 de marzo y no el 21 de marzo, como indica el calendario juliano.

El fenómeno fue redescubierto alrededor de 1985, por el arqueólogo Víctor Segovia Pinto y junto con el arqueólogo José Huchim Herrera, inició las investigaciones hasta el fin de sus días, entonces fueron diez años los que estuvo investigando este fenómeno.

Concluyeron que el templo, de diez metros de lado, no solamente registra las máximas declinaciones del movimiento aparente del Sol, sino también las máxima declinaciones de la luna y los recorridos de ésta que también están registrados en el edificio. No dudan en afirmar que el edificio era un observatorio astronómico.

Las construcciones pertenecen al Clásico Tardío entre los años 600 y 900 D. C.. Basada su economía en la agricultura, formaba parte de su tradición registrar el tiempo basado en el movimiento de los astros, su cosmogonía y religión se refleja en la arquitectura de la cultura maya que tuvo su principales asentamientos en la península de Yucatán.

El Templo de las Siete Muñecas, debe su nombre a que ahí se encontraron seis muñecas y un muñeco pero optaron por darlo a conocer como si hubiesen sido siete muñecas. Esa estructura está perfectamente alineada con los puntos cardinales, la fachada del frente tiene dos ventanas y una puerta, la parte trasera, también tiene dos ventanas y una puerta. Al amanecer, la luz solar se introduce a la habitación, proyectando la imagen de las ventanas y las puertas en la parte superior opuesta y conforme el sol va elevándose, las imágenes van descendiendo hasta coincidir con su contraparte, y ese es el momento preciso en que el sol queda en el horizonte de quienes utilizaban este edificio como reloj para determinar el inicio de la primavera o del otoño.

Es común encontrar sus edificios perfectamente orientados, así también la traza urbana refleja el conocimiento que tenían del cosmos, por ello algunos de sus edificios están estrechamente relacionados con Venus, la Luna y el Sol.


Podemos encontrar en el Códice de Dresden ( uno de los tres códices mayas más importantes) una explicación sobre Venus y del Sol; Kin es el día, también significa sol, como el dador de vida. La cuenta del tiempo implicaba conocer el movimiento de los astros, quizá por eso tenían dos calendarios en el mundo prehispánico: el civil y el sagrado llamados por los investigadores Haab y Tzolkín, respectivamente. Muchos documentos fueron destruidos por fanáticos religiosos y el Tzolkín era el calendario que regulaba ceremonias y rituales.

La ciudad de Dzibichaltún se ubica próxima a la costa norte de la península de Yucatán -a 15 minutos del centro de Mérida— y fue ocupada alrededor del año 300 D. C., y estuvo poblada hasta la llegada de los españoles. 300 años después contaba una población aproximada de 20 mil habitantes, ocupando un área de nueve kilómetros cuadrados. La ciudad fue creciendo a partir del centro en forma concéntrica y la zona central tiene plazas grandes conectadas por caminos interiores. La parte del centro abarca un área de 3 kilómetros cuadrados y en ella habitaron los integrantes de la élite administrativa y religiosa. La gran cantidad de casas que se encontraban en los alrededores, cambiaron el concepto de centro ceremonial, por el de centro urbano.

La antigua ciudad de Dzibilchaltún fue una selva de mayor altura, la fauna y la flora fue diversa, así que era común encontrar una gran variedad de animales y árboles para la tala y cacería. Ambas prácticas más otras actividades desarrolladas con la llegada de los españoles, ocasionaron un desequilibrio ecológico, cosa que no sucedió con sus primeros habitantes que lograron desarrollarse con respeto y equilibrio con la naturaleza.

Los antiguos mayas supieron aprovechar integralmente a los animales, por ejemplo, con sus huesos hicieron flautas, agujas y de su combustión obtuvieron pintura negra; elaboraron vestidos, tapetes, códices y escudos con las pieles; con los colmillos y cascabeles hicieron collares; también orejeras, cuentas y mosaicos con las conchas. Con las plumas de las aves adornaron su indumentaria y sus lanzas, elaboraron penachos, abanicos y sombrillas.

La selva actual de Dzibilchaltún es una selva baja modificada por el hombre, sus árboles y arbustos de deshojan durante la época de seca y parte de su flora son leguminosas, crasas, orquídeas y otras más.

Ahora, después de mil cuatrocientos años, el hombre convirtió a Dzibilchaltún en un área natural protegida con el propósito de restaurar y proteger los recursos naturales y culturales. Es así que Dzibilchaltún fue decretado parque nacional en 1987, y sus 539 hectáreas han sido divididas en varias partes. Una de ellas en un área de uso turístico, a la cual el visitante tiene libre acceso; la otra en un área de preservación o estudio y otra más, en un área de restauración.

 



 


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